¿POR QUÉ NOS CUESTA APRENDER INGLÉS?

¿Aprender inglés es realmente complicado para los españoles? ¿Por qué a veces causa tanta confusión? Un estudio reciente revela siete motivos del por qué nos cuesta aprender inglés.

1. El español y el inglés, de familias lingüísticas distintas.

El inglés es de origen germánico, por lo que cuenta con sonidos vocálicos que no tenemos. El sistema de español está compuesto por cinco vocales, mientras que el inglés tiene el doble de sonidos vocálicos.

2. Traducción al pie de la letra.

El apasionante mundo de las malas traducciones del español al inglés, y del inglés al español, parece ser inagotable. Por ejemplo, «once a day», no se traduce como once veces al día, sino como una vez al día. O que cuando queremos destacar en inglés que esto es la leche, no soltar «It’s the milk».

3. Despiste de género.

A los españoles nos entretiene ver como los ingleses sufren aprendiendo que «moto» es una palabra femenina, o que «planeta» es masculina. Todo ello a pesar de sus terminaciones. Pero nosotros también nos encontramos con dificultades cuando tratamos de usar en inglés nuestro pronombre «su», que se acaba desdoblando en «his», «her» o «its». Una apunte vital si no que queremos dar a entender que nuestra novia es un hombre, o que nuestro padre es en realidad una mujer.

4. La ortografía y la pronunciación van por caminos distintos.

El inglés parece carecer de reglas de ortografía y de pronunciación. En castellano, por ejemplo, la «a» siempre se pronuncia «a», sin complicarnos la vida. La «a» puede sonar «a» como en «apple», o «ey» como en «ape». Y si la vocal se combina con otra, la pronunciacion se enreda todavia más.

5. Silaba tónica.

Algunas palabras que terminan con el sonido «el» se escriben «-le», tales como «novel» o «cancel». Pero otras van con «-le» como «cable» o «little». ¿A qué se debia todo esto? Las palabras que terminaban en «-el» tenían sílaba tónica aguda, es decir, al final. Pero el idioma ha ido evolucionando y su forma de escribir ya no refleja su pronunciación.

6. Arbitrariedad histórica.

Muchos esfuerzos se hicieron en el pasado para estandarizar la forma de escribir el inglés. No obstante, en muchos ocasiones los académicos encargados de ello acabaron creando mucho más caos del necesario. Por ejemplo, en el siglo XVI decidieron insertar una «b» en las palabras «dette» (deuda) y «doute» (duda), para así recordar mejor su raíz latina. Ahora las vemos escritas como «debt» y «doubt», claro que ambas «b» son mudas.

7.Dos son compañía.

En castellano los verbos cambian con el sujeto, por lo que necesitamos mencionarlo. Así, podemos decir tranquilamente «jugó» y entender que se está hablando de la tercera persona del singular. Pero en el inglés es otra historia. Si decimos «play» podemos estar hablando de él, pero también de nosotros, de ellos … ¡Imposible tenerlo claro! Por ello, en inglés es vital indicar siempre el sujeto si queremos que nos entiendan.

 

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